#Edición 32
Normalmente, la palabra corrupción la asociamos con actividades gubernamentales o de gestión estatal, sin embargo la corrupción es un término mucho más amplio. Esta palabra surge del latín corruptio que vendrá significando depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar, entre otros.
Una vez entendiendo este término, no es de extrañarnos que estemos en el más corrupto de Centroamérica, según el índice de la organización Transparencia internacional, y que entre nuestras listas de ex presidentes se encuentre uno de los 10 ex mandatarios más corruptos del planeta.
Lamentablemente la corrupción la vivimos a diario, heredada por nuestros “padres de la patria”, la interiorizamos y sin darnos cuenta copiamos en un examen, sobornamos a un agente policial, nos aprovechamos de nuestros contactos para sacar ventaja en trabajos y otros in número de prácticas que poco a poco se convierten en una avalancha de actos de corrupción que escalan hasta niveles más altos.
Si pensamos que los pequeños actos de corrupción son insignificantes y no afectan, estamos equivocados y más bien deberíamos pensar que evitar estos actos y promover una cultura de transparencia es lo que servirá de ejemplo para que otros y otras nos sigan los pasos y construyamos un mejor país.
La corrupción hay que denunciarla y acabarla en cualquiera de sus niveles.