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Edición #31

Como jóvenes, muchas veces podemos sentirnos cohibidos, o incluso coartados de nuestra propia libertad, porque llega un momento en que nos abrumamos y preguntamos: “entonces ¿Cuál es la razón de ser?” “¿Por ser joven no tengo derechos? O ¿Tengo menos que los demás?

Afectar de muchos factores como el adultismo, la preocupación sobre la falta de experiencia laborar para conseguir nuestro primer empleo, las problemáticas juveniles como el byllyng, la exclusión por parte de los grupos de nuestro colegio o universidad, entre otros, estos problemas no resultarían ser enormes obstáculos si nos empoderamos.

Con empoderarnos no queremos decir que vayan a incendiar las instituciones del Gobierno, o que agredan a personas para demostrar la “justicia”, pues eso iría en contra de los mismos preceptos constitucionales relacionados a la libertad de expresión y asociación “pacífica”; sino que en verdad empiecen a preguntarse es correcta la manera en cómo vivimos actualmente, o si en verdad tenemos derechos, o incluso si podemos luchar por ellos, a través de la reflexión.

Tampoco creamos que en Nicaragua no existen las oportunidades. Sí las hay, y créanlo o no, puede que estén escondidas en lo más recóndito de la organización del Estado, y sólo están esperando ese empujón extra para que resurjan en todo su esplendor. Además, si hay algo que el Estado debe hacer, no es el de crear “oportunidades o derechos” para nosotros, lo que ocupamos el 70% de la población nicaragüense, sino que se nos respeten, garanticen y tutelen.

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