Edición #30
Actualmente, no es nada sencillo animar a un grupo de personas para que se unan a una buena causa, a salir a las calles a ejercer la participación ciudadana por temor a la inseguridad que se vive, o incluso publicar un tweet, un status, o una fotografía en nuestras redes sociales porque se siente que ya ni en nuestros hogares gozamos de seguridad.
Muchos ni cuenta se dan, pero participan activamente desde que se despiertan, hasta que se duermen. Desde que ayudan a evitar la contaminación ambiental, o invitar a la reflexión a muchos, al hacer interacciones creativas en contra de diversas problemáticas sociales, o incluso cuando te das cuenta que algo en tu país está más, y empiezas a pensar en millones de formas en cómo contrarrestarlas.
Ya ni decir que hay otras personas que solo piensan en que ejercerán su derecho al voto cada cinco o seis años (dependiendo en qué lugar te encuentres), para elegir a un presidente, aun alcalde que lidere la nación o el municipio. Pues, es natural que inmediatamente lo asociemos con ello.
¡Claro! De eso se trata, pero la participación ciudadana tiene un significado más amplio, y abarca muchísimos elementos, los cuales están puestos en nuestro texto constitucional, y es una de las bases fundamentales para el ejercicio del mismo, además, cumple la función de ser un “plus” de aseguramiento para que el Estado (y de ser necesario, a petición de la ciudadanía), cumpla y garantice todo lo que en palabras bonitas promete.