
Edición #17

Yo podría describir de mil formas el “Ser mujer en Nicaragua”, pero realmente, me gustaría más que este mensaje nos llegue a todas las mujeres en el mundo, porque al final terminamos siendo las mismas mujeres, con virtudes y dificultades, con sentimientos positivos y negativos, con fortalezas y debilidades, porque finalmente somos seres humanos, no extraterrestres; sentimos, queremos, amamos, disfrutamos.
Lamentablemente, la realidad sólo sería más bonita si todos los seres humanos nos entendiéramos, si aprendiéramos a escuchar mejor, a hablar, a explicar y respetar cada una de las necesidades y emociones de los demás; si los problemas se evitarán y resolviéramos nuestras diferencias con honestidad. Pero, eso suele ser a veces una utopía, aún cuando hemos crecido en un mundo tan diverso, en el que te atacan por ser muy bueno y por supuesto por ser malo.
Cuando me hago la pregunta de por qué muchas mujeres dejamos pasar situaciones que nos hacen sentir mal, cuando la violencia se ve y se siente a flor de piel, cuando vemos que hay situaciones de discriminación que deberíamos denunciar y que muchas veces no hacemos nada para remediar. Me doy cuenta que todas creemos, pensamos y sentimos diferente, y que lo peor de todo el asunto es que creemos entender las realidades que viven otras personas e incluso nos tomamos la tarea de juzgarnos más y ayudarnos menos. Yo le apostaría a que debemos ser más solidarias entre nosotras y empezar por respetarnos como individuas, entre mujeres y ante los hombres.
Sin embargo, lo que siempre debemos tener presente y a lo que no debemos tener miedo es a la palabra “cambio”. Precisamente, a través de este Cultura Libre tratamos de presentarles la opinión de diferentes personas respecto a cómo cada una vive y percibe las desigualdades desde su entorno, así como aquellas cosas que consideran se deben cambiar y mejorar dentro de nuestra sociedad en pro de la lucha por la igualdad y equidad social.