Baños de salud mental
Escrito por: Luis oporta
En un país tan caliente como el nuestro se podría decir que es casi imprescindible ducharse por lo menos una vez al día. El calor puede ser muy sofocante desde muy temprano en la mañana y al bañar nuestro cuerpo con agua fresca nos sentimos de alguna manera revitalizados y despiertos y por supuesto removemos impurezas asegurándonos de no oler tan mal por el resto del día. En lo personal a mí me cuesta un poco entrar al baño, pero por más que no quiera bañarme siempre lo termino haciendo porque cuando no lo hago tiendo a no sentirme tan bien en el día. Bañarme todos los días es un hábito muy sólido que mis padres fundaron en mi desde que mi cuerpo alcanzaba en una bañerita en el lavamanos.
Recuerdo aquellas mañanas de colegio en las cuales me levantaban a las 5:30 de la mañana para que me bañara y me alistara. Después de quejas y debates, terminaba entrando al baño como todo un guerrero y salía campeón sintiéndome muchísimo mejor listo para enfrentar las aventuras del día. Al llegar al salón de clases recuerdo los cabellos mojados de todos mis compañeros y un inconfundible olor a shampoo que flotaba en el aire.
Claramente la inculcación de este importante habito no ocurría solo en mi familia, me atrevo a decir que bañarse todos los días es un hábito nacional. Aquí se suda mucho, y estoy seguro que el no bañarse por mucho tiempo podría tener repercusiones en la piel mucho más graves que un mal olor. Un poco más tarde en mi vida descubrí que había días en los cuales ni la ducha más refrescante me podía hacer sentir bien. A mis 15 años por primera vez conocí la mugre más obscura y opresora de mi vida, que me asfixiaba el cuerpo y el alma entera y según yo nada ni nadie me podía librar de ella. Esa mugre se llamaba depresión, pero yo no la conocía pues nunca en realidad me habían hablado de ella entonces por más que yo sufriera sin darnos cuenta ignorábamos esta severa enfermedad.
Este primer encontronazo con la depresión clínica fue solo el principio de todo un camino retador en el cual, en tan solo cuatro años logré conceptualizar y entender lo que significa en realidad salud mental. Sinceramente creo que no voy a lograr explicar en tan pocas palabras lo que es vivir con una enfermedad mental, y por más que lo intente hacer, por mi experiencia puedo decir que uno logra entender un poco más el asunto hasta que uno mismo o alguien cercano pasa por una situación de este tipo.
Lo que hoy quiero decir es que los problemas y enfermedades mentales existen, así como existe el lodo y la suciedad. Son problemas y enfermedades del cuerpo, así como cualquier otra que pueden ser tratados de distintas formas. El problema está en que son muy difíciles de detectar por que no conocemos casi nada del tema y es simplemente porque casi nadie nunca nos habló de todo esto. Así como nos educaron para tener buena higiene física debemos preocuparnos por empezar a educar a nuestros niños para que tengan hábitos solidos de higiene mental. Casi todos conocemos muchas de las consecuencias de descuidar nuestro físico, pero no estamos conscientes del cuido de todo aquello que sentimos pero que no vemos.
Vamos a los dentistas a recibir limpieza dental periódicamente o al dermatólogo cuando tenemos acné, pero aun nos avergonzamos de ir a donde un psicólogo a buscar ayuda. Publicamos todos los días lo bien que nos sentimos en redes sociales y cuando alguien nos pregunta que como estamos, automáticamente respondemos que estamos bien, aunque no estemos sintiendo muy mal por dentro.
Muchas veces lo primero y lo último que hacemos en el día es revisar nuestro celular cuando nuestra mente necesita hacer silencio, meditar, agradecer, limpiarse. Me atrevo a decir que vivimos en una sociedad mentalmente mugrosa y las graves consecuencias de esta falta de higiene mental cada vez nos lo demuestran más.
Tengo 24 años y a pesar de haber pasado por experiencias bien fuertes de salud mental todos los días hago un enorme esfuerzo por atender a mi mente y sentirme bien. Quisiera tener los hábitos de salud mental tan fornidos como el hábito de bañarme diario, pero a mí, esos hábitos no me los enseñaron bien ni en mi casa, ni en la escuela ni en la calle. La realidad de este país es que hace muchísimo calor y definitivamente nos tenemos que bañar, pero la realidad de lo que vivimos y vemos todos los días sofoca nuestras mentes y creo que llego la hora empezar a formar hábitos de salud mental desde nuestra niñez.