Aquellos años
Por: Cecilia Castro.
Cuentan mis abuelos que Managua antes del terremoto de 1972 era una ciudad muy ordenada, bonita y segura sobretodo. La gente caminaba por las calles con sus bolsos, carteras y joyas sin temor a que algún malhechor les saliera al encuentro…. Qué tiempos esos! Definitivamente extraño esa Managua… ¡Un momento! Yo no viví esa época, pero mientras escribo me imagino que tan linda se ha de haber visto las calles de la entonces catedral o la costa del lago Xolotlán, ni hablar de las inmediaciones de lo que hoy es el teatro Rubén Darío. Tiempos que nunca volverán. -¿Dónde quedó aquella Managua? Me pregunta mi abuelo mientras conversa conmigo, de inmediato le respondo que fue otra de las cosas que enterró el terremoto aquel 23 de diciembre.
En mis tiempos, la capital se ha convertido en una especie de urna de cobras y lagartos, donde se tiene que andar siempre a la defensiva, pues no sabes quién puede tratar de comerte, literalmente. Los que habitamos en Managua hemos desarrollado capacidades de súper humanos, pues no basta con tener 2 ojos para cuidarse del enemigo, todo nos resulta extraño, hasta el vende agua helada nos parece ladrón, incluso el mismo chofer de la ruta muchas veces nos da la impresión de ser cómplice de algún delito
Según la Policía Nacional, Nicaragua es el país más seguro, en comparación con las demás naciones de Centroamérica. ¿Qué diría la primera comisionada Aminta Granera, si yo le digo que Managua es la “Ciudad Juárez” nica? Seguramente me mandaría a leer los estudios que se han realizado sobre seguridad centroamericana. Pero, no basta con que las investigaciones digan eso, solo bastaría con que se detenga por cinco minutos en la parada del gancho de camino, y observe el nivel de delincuencia que ahí nace, se daría cuenta de lo peligroso que resulta para los capitalinos movilizarse en esta ciudad.
¿Cómo puede hablarse de seguridad? cuando un 22 de junio de 2013, un grupo de jóvenes activistas que luchaban paralelamente con los ancianos por una pensión reducida, fueron vapuleados, por grupos hasta ahora “desconocidos” por las autoridades. Aunque todos sabemos que los victimarios tienen nombre, apellido y color de camisas. Este es solo uno de los ejemplos ¿Se puede hablar de un país seguro? cuando hasta hace 1 semana en la RAAN se contabilizaban 42 asesinatos. Esto sin mencionar los múltiples asaltos en los departamentos. Es acaso que Granera juega a la gallinita ciega o simplemente se creyó eso de que somos el país más seguro de Centroamérica.
Las autoridades deberían representar la seguridad, la población debería confiar a ojos cerrados en ellos. Todo se resume en “debería” pues resulta efímero creer que la Policía Nacional esfiable. Resulta chistoso, que mientras en la esquina de mi casa una joven está siendo despojada de su celular, Daniel Ortega tiene 50 miembros de la policía en el patio de su mansión.
No me siento segura en un país, donde a diario matan a sangre fría. Al parecer, aquí la vida no vale nada, creo que estamos en el lejano oeste donde las trifulcas son tan normales como los cactus en un desierto. Sé que muchos me tacharán de drástica, pero es imposible no serlo cuando hablamos de confianza, seguridad y de Managua. Sí, de Managua, la ciudad donde no podes sacar tu “chiclero” mientras vas en la ruta, donde tampoco podes mostrar 20 córdobas en público, puesto que corres el riesgo de ser asaltado y en el peor de los casos asesinado por resistirte.
Que añoranza le da a mi abuelo aquella Managua que él conoció, por donde caminó sin miedo a que un miembro de la pandilla “los cancheros” del reparto Schick lo apuñalara. Ahora yo pertenezco al grupo de los súper humanos, los que viven con temor, a la defensiva… Soy una ciudadana, de tantas, que tiene miedo deandar por las calles, no de la Managua de antaño, sino de la de hoy.