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Tercera entrega del texto Masculinidad – ¿Dónde está papá?

Tercera entrega del texto Masculinidad – ¿Dónde está papá?

Por: Vinicio Matamoros

Esta es una pregunta muy común que en muchos hogares resuena hasta sus cimientos, puede que este trabajando, haya salido, que nunca este o simplemente no forma parte dela familia.

Parte de la búsqueda en construir una nueva masculinidad, no solo se limita a lapromoción de la no violencia, la horizontalidad entre hombres y mujeres, el cuido de uno mismo y de nuestros semejantes, sino que desde el seno del hogar busca como impulsar la paternidad corresponsable, es decir, un modelo que no solo está ligado al cumplimiento de los cheques y responsabilidad financiera, sino una paternidad cercana, presente que promueva el trabajo en equipo con sus parejas en el cuido, la responsabilidad y formaciónde los hijos e hijas.

Estamos acostumbrados a siempre visualizar esa figura paterna como cabeza de familia, la persona que provee de recursos a la unidad familiar, el encargado de aportar dinero, estabilidad y seguridad, quien trabaja sin descanso para que en casa no falte nada, que sale temprano a trabajar y regresa a casa cuando los niños están dormidos, dejándolo totalmente fuera del rol compartido de cuidados y crianza, y que generalmente se le atribuye únicamente a la mujer.

Pues bien, este modelo no solo afecta la relación padre e hijos, sino que sobrecarga a la mujer en asumir tareas domésticas, de cuido y aún más si ella también trabaja. Esto incrementa los conflictos de pareja (gran parte del tiempo los menores son los espectadores) y se asocia a un mayor número de separaciones, y no solo eso, sino que la ausencia paterna se agudiza dejando como consecuencia en los hijos e hijas el aumento de:

• Problemas de conducta.

• Mayor riesgo de sufrir violencia escolar.

• Doble riesgo de padecer obesidad.

• Mayor probabilidad de consumir alcohol y drogas.

• Embarazos en adolescentes.

• Mayor índice de encarcelamiento y drogas, entre otros.

Entonces, ¿qué se puede hacer al respecto? lo que se ha planteado desde el primer capítulo. No se pueden realizar cambios sino se deconstruye esa naturalización de un modelo único que desde la hegemonía naturaliza la violencia como resolución a los problemas, valida las desigualdades y discrimina otras formas de ser hombre.

Esta construcción no solo se limita a un trabajo interno como personas o desde diferentes entornos, sino que, desde el seno del hogar desde la crianza, impulsarlo desde acciones pequeñas, ayuda a visualizar, normalizar y posicionar los cambios positivos en el modelo masculino actual. Tal y como se mencionó en el capítulo anterior, las formas en como aprendemos a ser hombres parten desde el seno del hogar.

Cada padre tiene la responsabilidad y la capacidad desde la intimidad del hogar, de romper esos patrones que multiplican y promueven ese modelo hegemónico que insta a tomar acciones violentas como respuesta a las disyuntivas, así como el aislamiento social y personal de muchos hombres, basándose en ese estereotipo de hierro que no existe. 

Esta expresión masculina emergente, que representa esa capacidad crítica de cuestionar el sistema y el modelo ‘‘único’’ tradicional, cuya esencia permite concentrar el poder de la figura masculina, trata en consecuencia de asociar una nueva forma de ejercer paternidad y de representar autoridad social, familiar a una nueva figura de masculinidad.

La cual puede definirse en diferentes dimensiones como presencia paterna, cuidados, compromiso con las actividades sociales y escolares, vida saludable, paternidad cooperativa, contribución material y financiera. La paternidad corresponsable, es uno de los ámbitos donde el cambio es mas urgente y transformador, pues los hombres que participan activamente en el cuidado viven un proceso de liberación de las limitaciones emocionales y relacionales impuestas por el modelo tradicional. 

Para ello, es importante no solo tener la disposición de hacerlo, sino que para poder romper con ese modelo apático y frio de ser únicamente proveedor, deben tomarse en cuenta desarrollar habilidades o competencias como áreas vinculantes, formativas, protectoras y reflexivas. 

Vinculantes, se refieren a las habilidades prácticas cotidianas de parentalidad y crianza, promoviendo un estilo de apego seguro y un adecuado desarrollo socioemocional en niños y niñas. Incluyen variedad de conductas tales como besos, caricias para consolarlos, sonrisas, vocalizaciones y contactos lúdicos cara a cara. La parte formativa implica favorecer el desarrollo, aprendizaje y socialización, es decir, la guía, orientación y consejo en diversos momentos de la vida, definición de normas, hábitos y disciplinas. 

Cuando se habla de las protectoras, parten de un enfoque en el cuidado y protección adecuada a los niños, niñas y adolescentes, resguardar sus necesidades de desarrollo humano, garantizar sus derechos y favorecer la integridad física. Y, por último, la competencia reflexiva que es la más importante, esta permite pensar acerca de la influencia y trayectorias de la paternidad, monitorear las practicas actuales y evaluar el curso del desarrollo de los hijos e hijas, con la finalidad de retroalimentar las otras áreas de competencias parental. Esto sirve como un espejo en cómo se está dando la crianza. 

Por ello, el replantearse la forma de construir nuevas masculinidades desde la paternidad, no solo es un paso para romper con el ciclo de la normatividad hegemónica desde el hogar, sino que es una transformación tanto en el ámbito publico como en el privado. 

El compromiso de los hombres con la igualdad de no puede limitarse a declaraciones o discursos, estas deben de tomar acción en renunciar a privilegios, la corresponsabilidad y el cuidado cotidiano. 

Cuando la paternidad se hace presente en la vida, crianza y educación de los hijos e hijas, esta no solo contribuye a romper con ese patrón de un padre ausente, sino que también mejora la calidad de vida de los niños. Por ejemplo:

• Hay una reducción de la agresividad, especialmente cuando son pequeños.

• Son emocionalmente más estables, muestran mayores niveles de bienestar

psicológico, lo que les hace menos propensos a mostrar trastornos psicológicos

durante la niñez y adolescencia.

• Tienen mejores resultados académicos a medio y largo plazo.

• Y, además, durante su adolescencia tienen menos probabilidad de consumir sustancias como el alcohol, tabaco u otras sustancias psicoactivas.

Por consiguiente, la paternidad vista y ejercida desde las nuevas masculinidades, no es un destino alcanzado, sino un proceso en permanente construcción que requiere de valentía para desaprender, humildad para escuchar y compromiso para cultivar el cuidado como el valor central, donde ser padre signifique desarrollar la capacidad y el compromiso de estar presente, cuidar y crecer junto a los hijos e hijas, para construir conjuntamente una sociedad más igualitaria que promueva la relación de vínculos más humanos, libres y justos. 

Un padre comprometido ayuda a proteger a los niños y niñas de la violencia, el abuso y la explotación y asegura su acceso a la educación y a la salud. Contribuye a una cultura de paz en el hogar, rompiendo con creencias y actitudes estereotipadas alrededor de la masculinidad y de tolerancia a la violencia. UNICEF

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