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El baile de las luciérnagas: un rompimiento con la idealización de la amistad.

El baile de las luciérnagas: un rompimiento con la idealización de la amistad.

Por: Celia Cruz Arce

Esta conmovedora novela sobre la amistad entre dos mujeres le ha dado una gran visibilidad a la ya de por sí famosa obra de Kristin Hannah, sobre todo, por su adaptación de Netflix. En esta ocasión, la autora de El ruiseñor se ha decantado por una historia un poco más actual, que inicia en los años 70. Kate Mularkey está acostumbrada a ser invisible en su escuela. No se considera bonita ni interesante. Tiene problemas con su madre por ser “demasiado estricta” con ella y no para de autocompadecerse ante su vida poco llamativa. Entonces, el epítome de la perfección se muda al otro lado de su calle, en Firefly Lane. Tallulah Hart es todo lo que Kate desea ser: bonita, inteligente, ambiciosa y divertida. Pero Tully es mucho más que eso, y contra todo pronóstico, Kate también representa la vida que Tully habría matado por tener. 

Así pues, ambas adolescentes empiezan a compartir confidencias y aventuras, descubriendo juntas lo irónica que puede llegar a ser la vida y lo difícil que resulta cada vez más encajar en el mundo. Pero esos años de amistad juvenil pasan demasiado rápido. Kate y Tully son inseparables para cuando empiezan la universidad, y aunque ya han atravesado varios vaivenes para entonces, la vida aún le depara muchas pruebas a su amistad. Y es que hay algo que aún les parece de poca importancia: son personas diferentes, con talantes dispares y pocas ambiciones en común. Por no mencionar los traumas e inseguridades que ambas acarrean, y que, constantemente, constituyen la fuente de sus conflictos. 

Me parece que Hannah ha esbozado un retrato muy realista y sobrecogedor de la amistad, asegurándose de plasmar a la perfección la complejidad de las relaciones, incluso cuando se tiene todo el amor y la voluntad para hacerlas funcionar. Kate y Tully se juraron ser mejores amigas para siempre al ser todavía unas niñas, y no es hasta que crecen y toman rumbos distintos, cuando comprenden que ni siquiera su amistad es perfecta solo porque sí. Kate es de naturaleza sencilla, y en el fondo, no necesita mucho para ser feliz, aunque no por ello carece de sueños. Tully, en cambio, quiere comerse el mundo y siente que nada es suficiente para llenar el vacío que le dejó su madre. 

Lo más valioso de esta novela es la cercanía con la que vemos a ambas amigas, tanto en conjunto como por separado. Advirtiendo la historia de cada una se puede apreciar la evolución no solo de su amistad, sino de la identidad que las caracteriza individualmente. Y es lo que nos permite, a su vez, entender sus respectivos comportamientos. No digo que sea una historia sobre psicología y trauma, pero lo cierto es que se trata de una excelente ejemplificación de cómo los traumas afectan nuestras relaciones con nuestros seres queridos. Sería fácil leer esta novela y simplemente escoger un bando. Sin embargo, sabemos que la amistad, y en general, la vida, no se puede apreciar en todo su esplendor si decidimos verlo todo en blanco y negro. 

Si algo se aprende a través de El baile de las luciérnagas es esa inevitable imperfección en las conexiones humanas. Kristin Hannah, como siempre, no ha puesto adornos innecesarios. Kate y Tully podrían ser cualquier pareja de amigas que, llegados a cierto punto, empiezan a preguntarse qué fue lo que las unió en primer lugar. Es devastador hacerse esa pregunta, aunque es solo a través de esos dolorosos cuestionamientos que podemos ver de qué están hechos el amor y la amistad. De más está decir que la conexión de “TullyKate” es muy especial, precisamente por los conflictos a los que ambas se enfrentan durante treinta años de amistad. Traiciones, malos entendidos, inseguridades, romances en común, en fin. No hay nada de romántico en la realista propuesta de Hannah, aunque no por ello deja de ser significativa. Al final, nos hace plantearnos “lo que verdaderamente importa” en cualquier relación, y que únicamente va a depender de cada persona. 

Por lo demás, se trata de una obra bastante sencilla en cuanto a su prosa. Kristin Hannah ha hecho un esfuerzo por vincular la historia con ciertas canciones que le aportan algo de frescura a la lectura. Es justo decir que El baile de las luciérnagas no va a dejar impertérrito a ningún lector. No es una historia llena de sobresaltos, y tampoco los necesita. Con las subidas y bajadas de una amistad es suficiente para darle al lector una trama cargada de emociones. Y más aún, lo llevará a un inevitable punto de quiebre donde no queda más que reflexionar en la vida de uno mismo. Creo que se pueden decir muchas cosas sobre esta novela, pero “decepcionante” no es una de ellas. Cada lector, me parece, se quedará con algo valioso de la historia de “TullyKate”, y ya con eso, merece la pena leerla. 

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