Curas y obispos
Por: Lucas Andrés Marsell
Lloran las campanas
al paso de la noche. (que)
Oscuras sus entrañas,
de ellas alimañas
desfilan en sus coches.
Así llegan a tus puertas
con tan rabiosos gritos.
Y secuestran a profetas,
a curas y obispos.
A golpes se han llevado
la voz de todo un pueblo,
la garganta del zenzontle
que no calla ante los cuervos.
Malvados en tus atrios
de tanta luz se ofenden;
pues la cruz ha rebelado
su condena a la serpiente.
Sea grave tu ira,
Y recio el enojo de tus manos.
Como el sol de medio día
y el calor de mil veranos.
Agrava pues tu enojo,
En tus bellos ojos, que al mundo miran
Y no des gracia a la desgracia
Y perdón a la ignominia.
Enciende ya tu fuego,
con que pagas al inicuo
y ábreles el cielo
a tus curas y obispos.