Unión centroamericana

Unión centroamericana

Por: Gabriel Gasteazoro, El Salvador

Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y El Salvador tuvieron un pasado junto. Como todas las parejas, aunque congeniaron perfectamente al principio, el amor duró poco. Pleitos, guerras, envidias y otros factores más surgieron para que todo ese amor y esa integración centroamericana se vinieran de pique. La hermandad desapareció en un abrir y cerrar de ojos, y con ella todo por lo que tanto se había luchado en 1824. Ahora, a poco más de 150 años de la desintegración, somos siete y ya no cinco países centroamericanos con los mismos problemas y con las mismas soluciones poco eficaces.

La integración centroamericana se da en 1824 con la Constitución de la República Federal de Centroamérica. Fue, hasta en 1848, cuando se da su desintegración mediante pleitos entre países hermanos. Posterior a esa experiencia, durante la década de los años sesenta, muchos recordarán haber escuchado sobre el famoso “Mercado Común Centroamericano”, otro buen intento de integración en el aspecto económico. Sin embargo este, al igual que la República Federal de Centro América, no duró lo suficiente.

Actualmente Centroamérica está constituida por siete países, los cuales se pelean la mayor parte del tiempo por ver quién tiene más violencia, inseguridad jurídica, problemas financieros, escasez de programas sociales eficaces y otros tantos más. Ahora, en el año 2013, no es tarde todavía para hablar de integración, al contrario, estamos a tiempo para cambiar de pensares y saberes y así unirnos poco a poco como un solo pueblo. En lo anterior no hablo de formar la “Unión de Estados Federales de Centro América” (UEFCA), -eso podría ser unos años más adelante cuando estemos preparados para convivir pacíficamente y no competir por quién sobresale más-. En esta ocasión, opino y apoyo por una unión acorde a nuestra realidad y ritmo. Una unión que camine paso a paso con lo que necesitamos. Una unión que transcienda más allá del Sistema de Integración Centro Americana (SICA) y de sus brazos, el Parlamento Centroamericano, la Corte Centroamericana de Justicia y la Secretaría de Integración Centroamericana. En fin, necesitamos una unión que nos haga ser un solo territorio.

Utópico fuera hacer grandes planes, en los cuales la única meta pareciera ser la de jamás realizarlos. Ante esta problemática podemos optar por ciertos cambios que nos lleven a la integración de Centroamérica ¿Cómo fuera tener una “licencia centroamericana” y no una distinta por país? ¿Un Documento Único de Identidad similar en nuestra región? ¿Una visión de comercio en la cual apoyáramos lo centroamericano? Todos los anteriores son pequeños pasos que nos podrían unir como un solo pueblo y que podrían abrir las puertas hacia otras posibilidades de integración más adelante. Ya tenemos el libre acceso por las fronteras de Centroamérica con solo presentar el DUI, pero es hora de dar otros pasos o innovar los anteriores. Sin embargo, necesitamos más, necesitamos una integración en materia económica, jurídica, política y democrática.

Centroamérica se ha visto en un vil juego por parte de las grandes potencias del mundo. No podemos olvidar que fuimos, a mi criterio, el patio trasero entre el capitalismo y el comunismo -EE.UU y U.R.S.S. respectivamente- durante la década de los ochenta. De la misma forma, ahora somos objetos de grandes capitales, nada más que ahora es por elección propia. Nuestra gente prefiere irse a otros países por nuevas oportunidades ya que en nuestros países estas no existen (claro, están en su derecho de hacerlo, debido a que merecen progresar). La responsabilidad de atraer, no a empresas extranjeras sino a “centroamericanos extranjeros” es de los políticos, economistas, abogados, profesores, deportistas, vendedores, estudiantes y demás miembros de la sociedad.

Lo anterior quiere decir que la responsabilidad de atraer a esos centroamericanos extranjeros es de todos nosotros. Si queremos progreso debemos unirnos para atraer lo más valioso de nuevo a nuestras tierras, es decir, nuestra gente.

Sin duda tenemos grandes científicos, políticos honestos, profesores estupendos, economistas de altura, nada más que estos se esconden por todo el mundo debido a que las oportunidades les llaman más la atención en otros países con mejores economías y menos inseguridad que en los nuestros. Nuestro deber es convertir a Centroamérica en un lugar más atractivo tanto en turismo como en las áreas sociales, jurídicas y económicas.

En todas mis columnas menciono entre líneas que la solución no está en los políticos o el Estado. Tampoco está en las grandes empresas o en los letrados de la sociedad. La solución está en toda la sociedad. Claro está que unos tienen más responsabilidad que otros por su posición intelectual y oportunidades, pero no es hora de repartir responsabilidades sino de motivarnos y razonar para empezar a pedir una integración y dejar atrás ese odio entre hermanos centroamericanos. Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, incluyéndose de igual manera a Belice y a Panamá, podrían llegar a ser un ejemplo mundial de integración al igual que la Unión Europea. Sin embargo, ello depende en gran manera de cada uno de nosotros.

Ya no serían solo cinco países como en 1824, sino en esta ocasión los siete países actuales de Centroamérica. La integración puede dejarnos una economía más fuerte a cada país, pero todo depende de que se acepte la idea entre la población de que la unión Centroamericana es una medida urgente a implementar y aceptar. Debemos hacernos la idea de tener una sola región y no siete distintas. Debemos empezar a exigir que en las próximas propuestas de nuestros candidatos a la presidencia como uno de los principales puntos sea la INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA y así crear una Centroamérica más fuerte.

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