Monólogo de una mujer maltratada.
Por: Camila Silva
Mi corazón ha evadido el calor de mi cuerpo, que lacerado sobrevive el día a día de un amor que no promete, más que golpes sedientos de lágrimas y de angustia.
La desdicha de saber que mi destino no es más que un laberinto de amor no correspondido, abruma mi conciencia y mi sentido, nubla mis ojos y ahoga sueños, en un silencio que grita desesperación y auxilio.
Me veo al espejo y ya no reconozco a la mujer que se para frente a mí, con su sonrisa torcida y sus marcas tatuadas por las feroces manos de un animal al acecho. Mi cuerpo es prueba verídica de mi maldito infortunio, que ahora, pertenece a la larga lista de mujeres maltratadas.